Yoko Ono estuvo en Bilbao

Yoko&meSigo con Yoko la estela de otras minicrónicas socioculturales de nuestra villa. Sólo rescato a los variopintos personajes que aterrizan por aquí, de vez en cuando, y cuya proximidad llega al rápido saludo o, al menos a una audiencia en un corto auditorio. Se une así a las figuras por mi conocidas, y reconocidas, de Richard Lester, Vanessa Redgrave o el mismísimo Robert Crumb, que estuvo por aquí hace menos de un año.

Bilbao, al parecer, se está convirtiendo en un pequeño epicentro del mundo mundial, ese ente creado por la globalización, y en el que la marca-ciudad propia compite con el resto de miles de marcas-ciudad existentes. Y al parecer no lo está haciendo mal. Debido, entre otras cosas, a que unos desaprensivos nos convencieron para construir un mega museo de extraño nombre (Guggenheim, para más señas) que nadie quería financiar. Todos saben además que Gerhy vino a Bilbao con una maqueta de un proyecto totalmente rectilíneo, y que el traqueteo del viaje en la bodega de carga del avión lo convirtió en lo que hoy todo el mundo conoce. Por si esto fuera poco, y para disimular el desastre, el insigne arquitecto de origen canadiense, llegó y dijo ¿a qué no podéis  hacerlo?. Y esta es una de las pocas cosas que no se le puede preguntar a un vasco, y menos si es de Bilbao. Gerhy, que hasta entonces no había construido más que algunas casitas, bastante torcidas por cierto, quedó catapultado a la fama una vez que la cuadrilla de Bilbao le construyó el edificio (que luego no ha parado de replicar en otros parajes, La Rioja incluida). Este quedó desde entonces muy agradecido, tanto que el pasado 1 de marzo estuvo en la villa, para celebrar su 85 cumpleaños.

Lo cierto es que a la sombra del Guggenheim se han acercado muchos famosos, además de su conocido autor. Yoko Ono es su última habitante, junto con su obra. y a sus 82 años sigue pareciendo una adolescente llena de energía (siempre positiva) con una suave voz, casi infantil.

En la inauguración, la artista de origen japonés,  dijo que Bilbao era beautiful y también wonderful y lo mismo dijo de sus gentes y del edificio que albergaba la exposición para el que tampoco ahorró piropos. Supongo que previamente le habrían aplicado un tratamiento a base de kokotxas de bacalao y vino de Rioja, que nunca falla, con los visitantes ilustres. La verdad es que Bilbao, con esa fama, ganada a pulso el pasado siglo, de ciudad fea, es fácil que sorprenda a los visitantes con sus nuevos encantos. Mereció la pena estar por ahi, para escucharla un momento y verla de refilón. Una fotógrafa amiga me comentó que no permitía que le sacasen fotografías con flash, como si de una obra de arte más se tratara.

Bienvenida Yoko Ono y su obra, en esta exposición retrospectiva, que e como una radiografía del arte contemporáneo de los últimos 50 años. Un ejemplo de artista total, en un mundo en el que más allá de la obra, el profesional del arte debe convertirse en un hecho mediático para ser reconocido. Merece la pena ver con detenimiento la muestra, ya que además de ese carácter historicista nos enfrenta con una obra cargada de buenas intenciones y sentido del humor, ambos elementos harto necesarios en nuestro tiempo.

 

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