David Hockney y 82 amigos en Bilbao
Me gusta este artista inglés (o californiano). No lo voy a negar. Sus cuadros siempre me han atraído. Su paleta está siempre llena de colores luminosos y su obra rezuma vida por los cuatro costados. La obra de David Hockney, además, tiene una gran inflencia en el mundo del diseño o la publicidad.
Ahora nos vuelve a visitar con una colección de 82 retratos y un bodegón. Retratos de sus amigos y relaciones cercanas con los que realiza un auténtico reto, casi de artista callejero. No sólo consiguió encajar una agenda para pasar tres días con cada uno de ellos, sino que además los pintó de manera similar en sesiones de unas 20 horas de posado.
El resultado no puede ser más brillante. Los personajes, conocidos todos del pintor, quedan reflejados con toda su personalidad (David Hockney dice que solo puede retratar a alguien si lo conoce realmente) y enmarcados en un juego de repeticiones, con ligeras variaciones, que crea una especie de álbum de cromos intercambiables, ya que los encuadres y colocación de las personas son similares (sobre la misma silla y fondos lisos de color azul o verde). La representación es realista, cuidando los detalles, como la ropa o el calzado, que según el propio pintor, dicen mucho de la personalidad del retratado. Los tamaños de los lienzos (120×90 cm) y la técnica (acrílico sobre lienzo) también son similares.
La pintura figurativa es una tendencia que se está imponiendo de nuevo en este segundo decenio de un siglo XXI que no termina de encontrar su propio camino. David Hockney venía ya practicándola desde sus inicios en los sesenta, enmarcado entonces en la corriente de arte pop inglesa y americana, pero realmente con una personalidad propia que ha perdurado con los años. Podemos quedar con él y sus amigos hasta el 25 de febrero de 2018 en el Guggenheim de Bilbao. Recomendable.